¿Cómo construir buenos hábitos?

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¿Cuántas veces nos ha pasado qué procrastinamos tareas y no aprovechamos el tiempo que tenemos? ¿Cuántas veces te has sentido cansado por acostarte tarde y levantarte temprano al otro día para ir a trabajar? 

Los hábitos se manifiestan en cada aspecto de nuestra vida, por más mínimo que parezca. Desde lavarnos los dientes hasta organizar nuestras tareas en el trabajo, los hábitos construyen un sistema de acciones extendido en el tiempo que marcan nuestra calidad de vida

Y, ni que decir tiene que, los buenos hábitos son la fórmula más confiable para lograr el éxito personal y laboral. Las personas exitosas tienen en común muchos buenos hábitos que han incorporado a su rutina a lo largo de los años. Pero antes de comenzar, expliquemos con claridad el significado de un hábito.

¿Qué es un hábito?

En primer lugar, debemos aclarar que los hábitos son comportamientos aprendidos. Nadie nace con hábitos ya incorporados, sino que son una construcción física y mental que interiorizamos a lo largo de nuestra vida.

Estos comportamientos se caracterizan por ser repetidos y automáticos, es decir, los hacemos sin pensar demasiado. Los hábitos, sean buenos o malos, son realizados con el objetivo de ahorrar tiempo y energía. 

Cualquier actividad física, mental o emocional puede convertirse en un hábito. Solo basta que su realización se constituya en una rutina regular y que no demande un esfuerzo grande para nuestros cerebros, es decir, que lo hagamos con naturalidad y sin tanto razonamiento.

  • Desayunar todas las mañanas.
  • Salir a correr dos veces por semana.
  • Meditar por la mañana y/o antes de irse a dormir.
  • Lavarnos los dientes después de comer.
  • Encender la televisión cuando llegamos a casa o nos sentamos a comer.

Todas ellas son prácticas que incorporamos a nuestra cotidianidad y las automatizamos para no tener que dedicar un esfuerzo racional a cada una de ellas. Y como son actos que realizamos sin pensarlo mucho, los hábitos suelen dar forma a nuestros días.

El poder de los hábitos.

Los hábitos tienen el poder de ahorrarnos tiempo y energía, pero también pueden traer consigo otras consecuencias, positivas o negativas, dependiendo el tipo de hábito que se trate.

Por ejemplo: una persona que tiene el hábito de acostarse tarde todas las noches, tendrá una mañana alterada al día siguiente ya que siempre se levantará con cansancio. Incluso, ese mal habito puede llegar a repercutir negativamente en su desempeño diario haciendo que:

  • Le cueste más trabajo levantarse.
  • No tenga tiempo a la mañana siguiente para desayunar correctamente.
  • Salga tarde de su casa y tenga que apresurarse para llegar a tiempo a su trabajo o cualquier compromiso que tenga por la mañana.

Un aspecto positivo de los hábitos es que una vez que los aprendemos nunca dejaremos de realizarlos. Así que, un hábito que hacíamos en el pasado, como por ejemplo andar en bicicleta, podremos retomarlo mucho tiempo después si queremos añadir dicha actividad física a nuestra rutina.

Pero la interiorización de los hábitos depende exclusivamente de cada persona. Son nuestras decisiones las que deberán inclinarse por un hábito u otro, dependiendo los objetivos que persigamos y el estilo de vida que busquemos cambiar o conseguir. 

En ese sentido, podemos diferenciar los hábitos de los vicios. Un vicio es aquel hábito perjudicial que nos aparta del objetivo que queremos conseguir.

Los vicios pueden comenzar como una actividad casual y transformarse en hábito automatizado. En el peor de los casos, puede convertirse en una adicción en la que la persona ya no tenga control sobre el vicio y deba recurrir a ayuda exterior.

construir buenos hábitos

La repetición es la clave para construir buenos hábitos.

Como dijimos anteriormente, los hábitos no son conductas innatas que vienen desarrolladas naturalmente. Se conforman desde que somos pequeños en base a las enseñanzas de nuestros padres y lo que aprendemos del mundo que nos rodea, la escuela, el barrio , los amigos, etc.

Pero no alcanza solo con aprender el hábito. Para que sea considerado como tal, debemos tomarnos el tiempo y el trabajo de repetirlo hasta que nuestro cerebro lo haya interiorizado y automatizado. 

Se estima que para que una acción se transforme en hábito, hay que realizarla regularmente durante 66 días. Es decir, que toma, al menos, dos meses la incorporación de un nuevo hábito o la modificación de un hábito ya existente.

Cuando hacemos algo nuevo y desconocido para nuestro cerebro, éste genera nuevas conexiones entre sus neuronas. Al repetir frecuentemente una experiencia nueva, las conexiones neuronales se hacen cada vez más fuertes hasta llegar al punto en el que se libera una sustancia denominada neurotrofina, con el objetivo de fijar esas conexiones. De esta forma, el hábito queda interiorizado y la conducta se mecaniza. 

Y si bien es esencial la repetición de la actividad, también lo es la evaluación de los «pros» y «contras» que dicha actividad nos trae. Es importante ser conscientes de nuestros hábitos, analizando que tan favorables son para nuestra salud, nuestra vida laboral, social o emocional.

Este análisis introspectivo hará que elijamos correctamente las prácticas y descartemos a tiempo aquellas que nos están causando más perjuicios que beneficios.

Llena tu vida de hábitos que te hagan ser una persona exitosa.

Ahora que sabemos más sobre los hábitos, lo importante es comenzar a trabajar cada día en detectar qué hábitos son los que más nos están haciendo conseguir una mayor productividad y potenciarlos, al tiempo que debemos comenzar a desestimar aquellos que nos consumen muchas horas y no nos acercan a los objetivos que queremos conseguir.

  • Quien habitualmente fuma, es más propenso/a a sufrir enfermedades de pulmón.
  • Quien habitualmente gasta su dinero, es más propenso/a a no poder ahorrar.
  • Quien habitualmente estudia, es más probable que tenga un mayor conocimiento.

Dicho todo esto, no se puede negar que, construir buenos hábitos es realmente importante en nuestras vidas.

Siempre debemos recordar que los hábitos los aprendemos y los construimos, y que tenemos el poder de incorporarlos, reemplazarlos o eliminarlos de nuestra conducta dependiendo siempre del objetivo que persigamos.

Así que es momento de preguntarte, ¿qué objetivo quieres conseguir? y, ¿qué hábitos necesitas realizar para conseguirlo?

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