Cuando una puerta se cierra, otra se abre.
El significado de esta frase habitualmente tiene una finalidad motivacional hacia las personas que acaban de sufrir una pérdida dolorosa como una pareja, un amigo o amiga, un trabajo, un objeto de especial valor, una cantidad importante de dinero, el fallecimiento de alguien querido, etc. “Cuando una puerta se cierra, otra se abre” nos aporta un mensaje de esperanza.
Cerrar una puerta, la mayor parte de las veces, va acompañada de sufrimiento por pérdida y miedo por la incertidumbre que supone dejar de tener algo que estaba acoplado en nuestra vida y dentro de nuestra rutina y zona de comodidad (¿costumbre?. Comentamos por qué nos gusta denominar zona de costumbre en lugar de zona de comodidad).
La paradoja es que muchas veces sufrimos por algo que perdemos, pero no nos damos cuenta de lo que ya estábamos sufriendo por mantener esa misma situación.
Pongamos un par de ejemplos:
1.- Juan: La pérdida de trabajo.
Juan llevaba 9 años en una empresa. A pesar de trabajar “en lo suyo” (es contable), hacía mucho tiempo que ya no le proporcionaba ninguna satisfacción personal y, aún por encima, el ambiente laboral no acompañaba. Demasiado competitivo y muy poco humano.
Se quejaba a diario de su trabajo y se pasaba la semana amargado. En horario laboral estaba amargado porque estaba trabajando, y en su tiempo libre seguía amargado porque tenía que volver a trabajar.
Un día, la jefa de Juan anunció el cierre de la empresa por una cuestión personal y sin vuelta atrás. Juan se vio de repente sin trabajo. Aunque tenía varios meses de subsidio que le cubrían la falta de ingresos y un pequeño colchón de dinero para imprevistos, entró en estado de pánico.
¿Qué iba a hacer ahora? Tremendo estrés encontrar algo nuevo, adaptarse, conocer personas diferentes… y ¿en? pocos minutos olvidó la amargura que le producía ese trabajo que ahora “perdía”.
2.- Alba: La pérdida de la pareja.
Alba llevaba 15 años casada con Alberto, de los cuales los últimos dos convivían por comodidad, pero habían perdido la esencia que lo que los había unido como pareja.
Pero estaban cómodos. Compartían gastos, la familia y la sociedad los aceptaban como pareja “normal” y todo giraba en torno a la zona de comodidad de ambos.
Pero Alberto conoció a otra persona y entendió que tenía que romper ya con esa situación de infelicidad. A Alba se le cayó el mundo encima. Todo lo que tenía montado se derrumbó, a la vez que su amor propio, que se resintió mucho a pesar de que ya no quería a Alberto como pareja.
En ambos casos su situación les producía sufrimiento, pero cuando perdieron trabajo y pareja, respectivamente, no supieron ver las oportunidades que se les presentaban, porque el MIEDO a lo nuevo, y el esfuerzo que suponía cerrar una puerta para abrir otra, les producía mucho estrés y dolor emocional.
Pero sobre todo, les producía ceguera sobre la oportunidad que estaban teniendo: la PUERTA que se les abría.
Juan tenía la oportunidad de encontrar un trabajo más satisfactorio que volviese a motivarlo y no lo tuviese todos los días amargado.
Alba tenía la oportunidad de descubrir una nueva vida sin la presencia de Alberto. Reencontrarse a sí misma, adquirir nuevos retos y volver a crecer como persona.
Cerrar puertas del pasado.
Los seres humanos somos muy apegados y nos cuesta desprendernos de todo. Muchas veces vivimos “de rama en rama”, es decir, no soltamos una rama hasta tener otra segura (como ha hecho Alberto, el ex marido de Alba, que no dejó a Alba hasta que conoció a otra persona).
No se trata de saltar al vacío sin red, pero sí de no aferrarnos a las cosas, personas y situaciones que no nos satisfacen y no nos aportan por miedo, comodidad y apego, y buscar otro camino, otra puerta hacia un mayor bienestar.
¿Y qué se nos ocurre? Agarramos demasiado fuerte la primera rama y no llegamos a soltarla del todo, por lo que nos quedamos en un espacio de “ni para delante, ni para atrás”, sin avanzar, y a medio camino de la nada.
Por eso es tan importante cerrar una puerta para abrir otra. Y CERRAR es CERRAR.
El equipaje acumulado.
¿Qué pasa cuándo no cerramos convenientemente una puerta? Pues que el equipaje que traemos de atrás no deja espacio al nuevo y nos supone un peso extra que nos impide continuar hacia adelante.
Nos encontramos con pequeños frentes abiertos que nos distraen de nuestras metas.
“Casa con dos puertas, mala es de guardar”.
Juan, por ejemplo, desde que ha recibido la noticia del cierre de su empresa, ocupa su mente en buscar argumentos y echar la culpa a su jefa que lo deja en tan “desafortunada” situación. No quiere cerrar esa puerta y se aferra a cualquier idea de continuidad, en vez de enfocarse hacia nuevas oportunidades o abrir su mente para encontrar mayor bienestar.
Alba no tiene ánimo para nada, situación que retroalimenta viendo fotos antiguas con Alberto y hablando todo el día de la “traición” con sus amigos, familiares y todo aquel o aquella que quiera oír sus quejas. No quiere cerrar esa puerta y arrastra todo ese dolor en vez de ocuparse en su crecimiento personal y la oportunidad y libertad que le da la nueva situación.
Soltar para agarrar.
SI vamos dejando puertas semiabiertas en los distintos frentes de nuestra vida, el camino se hará cada vez más pesado y borroso, hasta no poder avanzar debido a la carga de nuestro equipaje saturado de cosas que NO NECESITAMOS y de una mente tan saturada a la que ya no le queda atisbo de creatividad ni visión.
Las puertas del pasado medio abiertas son un cúmulo de “por si acaso”, agujeros en nuestro saco de energía y bienestar.
Un buen ejercicio para cambiar nuestra mentalidad y adquirir valor para los cambios, es deshacernos de las cosas que ya no necesitamos.
Empecemos con agendas viejas, ropa que no usamos desde hace tiempo, regalitos inútiles, vajilla que nunca usas… poco a poco nuestra mente se irá acostumbrando a hacer el pequeño esfuerzo de desprenderse y aprenderá que NO PASA NADA una vez ya no están.
Este entrenamiento hará que cada vez adquiramos más valentía y seguridad en nosotros mismos, y acabemos aplicando este mismo concepto de desapego a la hora de cerrar puertas y abrir otras nuevas.
¡Qué deliciosa sensación la de empezar de nuevo, si sabemos cómo disfrutarla!