La motivación para emprender

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La motivación para emprender.

Las personas con mentalidad empresarial somos aquellas que deseamos crear algo por nosotras mismas, recorrer nuestro propio camino y llevar a cabo los proyectos que tenemos, ya que nuestra mente suele estar llena de ideas por desarrollar. Pero atención; analiza cuál es la motivación para emprender que te hace dar el primer paso.

Para llevar a cabo la idea de negocio que tenemos en mente, debemos analizar todos los frentes que se nos presentarán, ¡teniendo muy en cuenta que hay cosas que ni siquiera sabemos que tenemos que saber!, y ese ya es el primer punto de descontrol en nuestro camino hacia el éxito.

Pero lo primero que debemos hacer es analizar, con total sinceridad, cuál es la verdadera motivación por la que queremos transformar en realidad una idea de negocio. De esta motivación dependerá en gran parte la viabilidad de nuestro emprendimiento.

La motivación REAL.

¿Cuál es tu motivación REAL para emprender? Esta pregunta, aparentemente fácil de contestar, en realidad es uno de los puntos que las personas tenemos menos claras si profundizamos un poco y somos sinceras con nosotras mismas.

Visto desde los ojos de nuestro círculo externo, parece que todas las personas emprendedoras tenemos una misma motivación: El dinero. Pero, curiosamente, si hablamos con el futuro empresario nos damos cuenta de que a veces esa finalidad ni se menciona.

Hemos tenido muchas sesiones de ayuda y orientación a nuevas personas emprededoras que han acudido a nosotros para recibir conocimientos financieros, y detectamos estas motivaciones como las más habituales:

Tipos de motivaciones más habituales de la persona emprendedora.

“Me he cansado de trabajar para terceras personas, o no encuentro trabajo”.

Muchas personas se han cansado de vivir en la cuerda floja del trabajo temporal, o en la incertidumbre de depender de la habilidad empresarial de terceros, por lo que ven en el emprendimiento una solución a sus problemas laborales y el camino hacia una supuesta estabilidad al disponer del control de la situación. (Control muchas veces poco medido y escaso en datos).

El emprendimiento por necesidad es una de las principales causas de fracaso, ya que, como compañeros de camino van las prisas, la falta de colchón económico para subsistir los primeros meses y la escasez de espíritu empresarial de base.

“Hacer “esto” es mi pasión”.

Un error muy común es intentar llevar nuestros “hobbies” hacia el mundo empresarial, y convertirlos en nuestro medio de vida. No decimos que no sea posible, pero cuando algo nos apasiona, nos volvemos ciegos y sordos a los demás factores que determinarán la viabilidad de nuestros proyectos, y sólo nos movemos por impulsos y sentimientos, malos consejeros en el mundo empresarial, llevándonos al fracaso, y a la pérdida de la ilusión por aquello que tanto nos gustaba hacer.

Libertad de horario y mucho tiempo libre.

Otra utopía en nuestro inicio es creer que ser nuestros propios jefes nos proporcionará mucho tiempo libre y libertad horaria. Nada más lejos de la realidad. Cuando comenzamos a emprender necesitamos de todo nuestro tiempo y recursos para establecer unas bases sólidas sobre las que construir nuestro proyecto.

 Si todo va bien y el plan de negocio es coherente y viable, llegará el momento en el que podremos delegar y disfrutar por fin de nuestro tiempo libre, pero antes hay un largo camino que recorrer.

Bien social.

Una idea de negocio basada en crear un bien social es algo muy loable y que todos los proyectos deberían tener en cuenta. Generar empleo o medios para sostener o apoyar una labor social es una gran motivación para algunas personas, pero en ningún caso debe ser la única.

Los otros frentes del negocio deberán estar muy bien atados para que nuestras buenas intenciones no se conviertan en una pesadilla y en nuestra ruina personal.

Satisfacción personal.

 La materialización de una idea, la creación de algo por nosotros mismos, es altamente satisfactorio y nos produce muchas sensaciones agradables. Pero no nos durmamos apoyados en el ego, o en la opinión de la gente a la hora de tomar decisiones, buscando el reconocimiento social.

Si fracasas, muy poca gente se quedará a tu lado y entrarás en un estado de baja autoestima que tardarás mucho en “sanar”. Y aparecerá el miedo.

Tradición familiar.

Parece fácil heredar un negocio que ya está en funcionamiento y que, durante años, ha tenido éxito. Nada más lejos de la realidad. Todos los días vemos a personas que entregan su empresa a su hijos a la hora de jubilarse, y ven como, en poco tiempo, ésta cae en picado.

Recoger el testigo empresarial de otra persona no es fácil. Hay un salto generacional, tecnológico y de mercado que muchas veces va más rápido que la adaptación. Y la persona no es la misma, por lo que la motivación cambia y la mentalidad también.

La oportunidad.

Cuando tenemos alma empresarial nuestros ojos y oídos permanecen abiertos a nuevas oportunidades. Aparecen personas en busca de socios, información sobre experiencias de éxito y otras tentaciones que, si bien en principio parecen interesantes, deberán filtrarse a través de nuestros objetivos, capacidades y situación actual.

Libertad financiera y bienestar.

El dinero no lo es todo. De acuerdo. Pero sin dinero, ¡no es nada! Este es el punto más importante a la hora de emprender, porque si nuestro negocio no se mantiene económicamente no hay motivación ni objetivo que valga, ya que se caerá en poco tiempo, dejando posiblemente una situación financiera personal muy precaria y llena de deudas.

Analizar, analizar, analizar.

Analizar cada uno de los pilares de nuestro proyecto con un asesor financiero, que sabe más que nosotros y que es capaz de abarcar una visión mucho más amplia que la nuestra, es de vital importancia, porque, como hemos dicho al principio, a veces hay cosas que no sabemos ni que tenemos que saber.

Un análisis profundo de gastos, impuestos, recursos, mercado, etc, nos ahorrarán muchas sorpresas y a veces hasta nos harán desistir de nuestra idea antes de comenzar, ya que nos daremos cuenta de que en realidad no se sostiene. Mejor antes, ¿no?.

Una vez analizada la viabilidad económica, el siguiente paso es hacer nuestro plan de crecimiento y metas. ¿Cuál es nuestro objetivo? ¿qué es para nosotros la libertad financiera? ¿Y qué consideramos bienestar?.

Analizar con el experto tiempos y fases nos dará mucha seguridad y nos sentiremos acompañados, canalizando toda nuestra energía en la acción de llevar a cabo nuestro negocio.

EL CONJUNTO.

En nuestra opinión, en el equilibrio entre las diferentes motivaciones está la clave.

  • Necesitamos querer ser nuestros propios jefes y tener el control, aceptando las responsabilidades que eso conlleva.
  • Tiene que gustarnos y debemos creer en la actividad que vamos a realizar.
  • Uno de los objetivos deberá ser el disponer de tiempo para la familia, la vida social, y para nosotros, pues si sólo trabajamos, terminaremos desmotivados y “quemados”.
  • Nuestro negocio tendrá un impacto social. Proveeremos de trabajo a terceras personas y generaremos oportunidades. Más allá de eso, podremos colaborar en la causa social con la que más identificados nos sintamos. Bueno para todos.
  • Ver crecer nuestro proyecto nos proporcionará mucha satisfacción personal, lo que nos generará energía para continuar adelante disfrutando del camino y consiguiendo nuestros objetivos.
  • Si nuestro negocio ha sido heredado, poder mantenerlo y hacerlo crecer será un orgullo y una tranquilidad grande, que nos ayudará a llevar la presión añadida de ser un negocio familiar con muchas implicaciones emocionales.
  • Saber ver y aprovechar las oportunidades que más encajan en nuestros objetivos es todo un arte. Mantener la mente abierta y receptiva nos proveerá de muchas ideas y personas positivas para nuestro mundo empresarial y personal.
  • Y, aderezando todo esto, tiene que motivarnos la posibilidad de conseguir la tranquilidad financiera para poder mantenernos objetivos y que la creatividad fluya sin preocupaciones económicas. El bienestar de los nuestros, y el propio, deben ser la culminación de nuestros esfuerzos.

Y tú, ¿Cuál es tu motivación para emprender?.

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