Los ladrones de tiempo
El tiempo, divino tesoro.
En el mundo de la productividad el tiempo es el rey, y la falta de éste es el problema – escusa que nos impide realizar todo lo que nos proponemos o debemos hacer. Pero, además de nuestros problemas “de serie” con la falta de tiempo, nos encontramos con otro palo en la rueda. Son los ladrones de tiempo.
En la organización y la planificación está la clave del éxito de la mayoría de las facetas de nuestra vida. No sólo queremos y debemos ser productivos en el trabajo, nuestra casa, la familia, el tiempo libre y nosotros mismos. Necesitamos disponer de tiempo para que nuestra vida esté equilibrada.
NO es una cuestión de horas.
-¡Ojalá el día tuviese 48 horas!, nos decimos a menudo cuando nos sobrepasa la situación, o derivamos de un día para otro las tareas. Pero cuando ayudamos a las personas a organizarse y cambiar de hábitos nos damos cuenta de que no es una cuestión de horas.
Si el día tuviese 48 horas, ¡seguramente las tendríamos todas mal – ocupadas! Porque la solución no está en tener más horas, sino en utilizar nuestro tiempo sabiamente y saber priorizar, ya que, obviamente, el tiempo no va a multiplicarse. Son las horas que son.
Nadie tiene ventaja en esto. Todas las personas tenemos el mismo tiempo, lo que hace más frustrante darse cuenta de que algunas personas son capaces de llevar a cabo todas las tareas y tener atendidos los diferentes “frentes de vida”, y otras malamente pueden terminar su trabajo a lo largo del día.
Pequeños cambios, grandes resultados.
Existen muchas pautas para liberar tiempo. Por ejemplo, dormir una hora menos al día es más que asumible y nos libera de 30 horas al mes.
Si lo piensas ahora, ¿Qué harías con esas 30 horas al mes? ¿Tal vez el ejercicio físico que nunca tienes tiempo de hacer? ¿ir a ver a tu abuela? ¿hacer alguna formación? Seguro que en este momento se te pasan un montón de cosas por la cabeza.
¿Y si hacemos una valoración económica de esas horas? Pongamos, por ejemplo, un valor de 20 euros a cada hora. 20 euros x 30 horas ¡son 600 euros al mes! Si lo multiplicamos por 12 meses nos sale la friolera de 7.200 € al año. En plazos largos, como 25 años, por ejemplo, estaríamos hablando de 180.000 euros. Para pensar.
Algunos ladrones de tiempo.
Un gran ladrón de tiempo es la televisión. Tal vez seas de las pocas personas que no se ponen delante de la pantalla de la televisión, pero es un hábito muy habitual en la inmensa mayoría de la población. Intenta sacar una hora de tu tiempo dedicado a ella.
¿Y qué decir del móvil? En la actualidad, el teléfono móvil es nuestro principal ladrón de tiempo, ocupándonos HORAS de nuestro día. Tiempo mayoritariamente improductivo que gastamos en redes sociales, en hacer “scroll” de forma hipnótica, consumiendo contenido vacío que no nos aporta más que una superflua distracción que bien podríamos conseguir con tareas más necesarias y beneficiosas para nosotros.
Cuando no delegamos tareas también nos convertimos en ladrones de tiempo a nosotros mismos. Pararnos 10 minutos al día para repartir tareas a personas de nuestro entorno nos liberará de mucha presión, y, como no podemos entender de todo, seguro que hay personas que saben hacerlo más rápido, o de forma más profesional.
No tener organización en nuestros archivos de ordenador o papeles, hará que perdamos valiosos minutos multiplicados por diversas tareas que retrasaremos por no encontrar lo que necesitamos para completarlas. Invertir tiempo en orden es ahorrar muchos minutos al día que perdemos tontamente.
No tenemos que ser accesibles todo el tiempo.
La presión de la accesibilidad es un mal que sufren muchas personas. Creemos que debemos estar totalmente accesibles a los demás. Llamadas, visitas, tareas extra…¿En serio somos tan imprescindibles? ¿Qué pasaría si en tus horas más productivas apagaras el móvil y no admitieras visitas? Te sorprendería muchísimo la cantidad de horas que ganas y lo efectivas que son las que ocupas sin interrupciones.
Y hablando de interrupciones. Si tú no das valor a tu tiempo, los demás tampoco lo harán. Si permites que cualquiera pueda entrar en tu despacho a todas horas, o interrumpirte con consultas banales, cotilleos y demás paradas, serás la persona más ocupada del mundo, pero no harás nada provechoso.
Hemos estudiado algún caso muy escandaloso. Por ejemplo, la gerente de una empresa con 15 trabajadores que era constantemente interrumpida, llegando a generarse una cola en su puerta, para las más variopintas necesidades…de los demás. Lo peor es que llegaba a casa y en su vida personal pasaba lo mismo.
Proveedores con ganas de charla, trabajadores con consultas sin importancia. Clientes sin prisa que desean “hablar con el jefe” y no les sirve nadie más…una locura que se traducía en la imposibilidad total de iniciar tarea alguna.
En la vida personal también hay ladrones de tiempo.
Y esto no pasa sólo en el mundo laboral. Ese vecino que te “pilla” en el descansillo y te cuenta la vida de todo el barrio. La vecina que necesita contar su ajetreada tarde de compras, el hermano que tiene el día libre y decide hacerte una visita sin avisar, la tía con muchísimo tiempo libre que se dedica llamar por teléfono a todo el mundo para contarle sus dolores y aventuras…
¿Sabías que cada vez que nos interrumpen en una tarea en la que estamos concentrados, tardamos una media de 7 minutos en volver a centrarnos después de la interrupción?
¿Cómo evitar a los ladrones de tiempo?
Los ladrones de tiempo son imparables…hasta que los paras. Tajantemente, con horarios claros de “atención”. Es mejor pecar de persona “poco habladora” que no poder avanzar tu día a día y terminar siendo “el amargado o amargada”.
Lo primero es que pongas por escrito y ordenes tus tareas por hacer, las priorices y les des un valor aproximado de tiempo.
Establece un horario estricto para atender a proveedores y no admitas clientes sin cita previa.
Las personas con implicación emocional, como la familia, sabrán entender, si les explicas la situación, que en ese momento no puedas atenderles, y que estarás encantado de estar con ellos a una hora en la que ambos podáis.
Hay tiempo para todo, y si no lo hay, es que algo no se está haciendo bien o te estás sobrecargando.
Y ten esto en cuenta. Si tu excusa es que necesitas muchas horas para trabajar para poder cubrir tus necesidades económicas, tal vez tu negocio no sea lo suficientemente lucrativo y necesites un re – planeamiento o cambio.
En resumen, CADA COSA EN SU LUGAR de tu línea temporal. Tú decides. Es tu tiempo. Avanza. No crees personas dependientes de ti. Organiza, planifica y toma acción con la cabeza ordenada.
Busca el equilibrio.